CULPABLE ES EL MIEDO

 



 CULPABLE ES EL MIEDO


Reina, una mujer de 43 años de edad, madre de tres hijos y esterilizada desde hace 10 años después de su último parto por cesárea, asistió a consulta médica por presentar falta de regla desde hace dos meses. El examen ecográfico reportó embarazo de dos meses de evolución.

Ante el diagnostico,  Reina con gran nerviosismo exclamó __No puede ser doctor me cortaron las trompas hace 10 años! __ ¡Esto es un error!, gritaba con desesperación. Con lágrimas corriendo por sus mejillas, rechazó la idea de aquel embarazo. 

__ Ese médico me engañó, decía a gritos, él es culpable de todo cuanto me está ocurriendo.


__ Cálmate Reina __dije, nadie es culpable de lo que está sucediendo. Las trompas uterinas pueden hacerse permeables tiempo después de una esterilización. El número de casos es pequeño, pero la posibilidad siempre está presente. Tú eres uno de esos casos excepcionales. 

__ Yo le tengo pánico a ese embarazo, gritó ella. Tengo cuarenta y tres años, me da miedo que nazca un niño con malformaciones.

 
__ Es cierto que el porcentaje de malformaciones fetales se incrementa después de los cuarenta años, pero existe el examen de amniocentesis que consiste en tomar una muestra del líquido amniótico de tu embarazo y realizar pruebas para descartar una posible malformación del feto. 


Al cabo de varias horas y después de darle todas las explicaciones de que era posible investigar la existencia de alguna alteración fetal, la paciente se tranquilizó, aceptó continuar el embarazo y realizar los exámenes de laboratorio, sin embargo, se notaba muy alterada y con mucho disgusto. Le sugerí que tuviera fe que todo saldría bien y que volviera en un mes a consulta.

Transcurrido el mes, la paciente llegó a consulta mucho más calmada, me mostró el examen de amniocéntesis cuyo resultado reportó embarazo normal, de sexo femenino sin alteraciones genéticas. El examen sanguíneo mostró niveles muy bajos de hemoglobina, de glóbulos rojos y blancos. 

Reina manifestó sentir mareos, debilidad y cansancio fácil. Su piel estaba pálida y tenía síntomas compatibles con su estado anémico. Indiqué el tratamiento adecuado para estos casos y le exigí control prenatal estricto cada 15 días.

Durante el quinto y sexto mes de embarazo la paciente continuó con la hemoglobina muy baja. Los glóbulos rojos, los blancos y las plaquetas disminuyeron a cifras alarmantes, le sugerí consultar a un hematólogo, médico especialista en enfermedades de la sangre. 


El hematólogo recomendó su hospitalización inmediata para realizar estudios especializados y tratamiento. Los estudios de médula ósea reportaron “Anemia hipoplásica idiopática” en otras palabras, anemia por disminución de la función de la médula ósea por causa desconocida. Durante su estancia hospitalaria recibió varias transfusiones sanguíneas, luego ya recuperada fue dada de alta.

Cumplido el séptimo mes de embarazo, Reina asistió a consulta por presentar dolor de vientre y sangrado genital. Se notaba pálida y sudorosa. Tenía la tensión arterial muy baja, el pulso estaba acelerado. Tenía dificultad para respirar. La ecografía pélvica arrojó “Hematoma retroplacentario” o sea, un coágulo de sangre detrás de la placenta, lo que me indicaba que había “desprendimiento prematuro de la placenta”.


__ Señora, es necesario su hospitalización, __ dije. __No podemos perder tiempo, el niño y usted corren peligro.

__ Haga lo que usted crea conveniente doctor, pero salve nuestras vidas. 

Reina fue hospitalizada y operada de emergencia, se extrajo un feto prematuro,  de sexo femenino y en mal estado general. La placenta estaba desprendida. Tres horas más tarde la niña muere. Reina quedó en terapia intensiva.

Siete días más tarde, la paciente es dada de alta en buenas condiciones generales, pero con evidentes signos de depresión por la pérdida de su hija.  Un mes después, la paciente ingresa a la clínica de nuevo por anemia aguda y equimosis (manchas moradas en la piel). La hemoglobina, los glóbulos rojos, los blancos y las plaquetas bajaron a niveles muy preocupantes. Recibió nuevas transfusiones sanguíneas, las cuales se repitieron cada 10 días, ya que la paciente no mejoraba de su anemia. Después de su recuperación fue dada de alta.

En vista de la persistencia de la anemia a pesar del tratamiento recibido, sospeché de la existencia de una posible causa emocional que estuviera interfiriendo con su recuperación. Ante tal sospecha, decidí realizar una visualización mental regresiva para confirmar mi hipótesis.

Durante el proceso de visualización regresiva llegó el momento cuando le di la noticia de que estaba embarazada. Reina comenzó a temblar, tenía mucho miedo, sus ojos se llenaron de lágrimas. Recordó el caso de una amiga, de su misma edad, que había tenido un niño con malformación congénita. 

-No quiero que me pase eso a mí. 

Terminamos la sesión de visualización. Reina tomó conciencia de su miedo y se fue a casa. Con el tiempo superó la depresión por la pérdida de su niña y poco a poco recuperó la salud. Hoy en día está totalmente curada.


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