Cristina, a sus 4 años de edad vivió la separación de sus padres. La ausencia de su papá causó en ella mucha tristeza e indefensión. Después del divorcio, el apego hacia su madre fue tal, que en ningún momento se separó de ella.
Durante cinco años vivió sola con su madre. Se acostumbró a dormir en el cuarto con su mamá y compartir con ella todos los momentos que la vida le proporcionaba. Cumplidos sus nueve años, la madre se enamoró y decidió formar un nuevo hogar. Desde ese entonces la felicidad de Cristina se terminó. Los primeros años de la nueva vida conyugal de su madre fueron muy dolorosos para Cristina, porque por mucho tiempo estuvo acostumbrada a dormir en el mismo cuarto con su madre y estar constantemente a su lado, pero ahora tenía que dormir sola en otra habitación y compartir su amor con una persona extraña para ella.
Esta situación le causaba mucho dolor, pero no tenía otra alternativa sino que aceptarla. Cuando llegaba la hora de acostarse sentía mucho miedo de entrar a su habitación. Pasaba horas enteras despierta y con la luz encendida. Temía apagar la luz porque pensaba que alguien pudiera estar oculto en la oscuridad y le hiciera daño. Durante sus horas de insomnio todos sus pensamientos y emociones hostiles eran dirigidos hacia aquella figura masculina, que según ella le había quitado el amor de su madre. Sentía mucha rabia hacia su madre porque ya no era igual con ella, pero tenía que reprimir aquel sentimiento. Aquella rabia reprimida en su infantil corazón no podía expresarla por temor a perder el amor de quien le dio la vida.
Poco a poco su ira fue desplazándose con mayor fuerza hacia sí misma, a tal punto que deseó su propia muerte. Un día logró ocultar una hoja de afeitar debajo del colchón de su cama, la intención era cortarse las venas en el momento oportuno. Quería hacerse daño pero a la vez no quería ver sufrir a su madre.
Cuando entraba a su habitación, los pensamientos de agredirse retumbaban en su cabeza. Sentía mucha angustia y desesperación. Se cubría la cara y la cabeza con la almohada para no seguir pensando, pero una y otra vez los pensamientos se repetían. Una noche, cuando las ideas de autoagresión retumbaban en su mente y la incitaban a cortarse las venas, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la presencia de una mariposa negra que apareció en el escenario. Aquella mariposa entró en la habitación y empezó a revolotear alrededor de la bombilla.
Daba vueltas y vueltas sin parar, como si tratara de huir de alguien que quisiera atraparla y ocasionar daño. Al ver aquella enorme mariposa girar tantas veces sin detenerse, sintió angustia, soltó la hojilla y comenzó a gritar de manera desesperada.
Cuando llegó su madre, la niña estaba pálida y sudorosa. Su cuerpo estaba frío y tembloroso. No podía hablar, solo lloraba. Su corazón palpitaba aceleradamente, su respiración era dificultosa. Su boca estaba seca y sus pupilas estaban agrandadas. Esa noche su madre durmió con ella y calmó su angustia por esa vez, pero las escenas vividas quedaron profundamente grabadas para siempre en lamente de Cristina. Desde ese momento el miedo a las mariposas se ha convertido en un infierno en su vida. Hoy a sus 48 años de edad, el terror a las mariposas es cada día más insoportable.
CONCLUSIÓN
La fobia es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo extremo a un lugar, animal o situación. Suele ser irracional, ya sea por su propia naturaleza o por el nivel de miedo que se experimenta, lo que con lleva que la persona evite en lo posible la fuente de ese miedo. Generalmente se remonta a un acontecimiento o trauma vivido en la infancia.
En Cristina es tal su miedo irracional a las mariposas negras que las percibe en cualquier lugar, aún en el rincón más oculto y oscuro. Siente su presencia sin estar observándola. Sabe que está escondida en algún lugar. Siente que la está observando por si atenta nuevamente contra su vida. Su presencia le recuerda aquellos momentos dolorosos de su vida. La indefensa mariposa es solo un símbolo de su miedo real. Es la manera como Cristina se defiende de lo que realmente atormenta su alma. Es una forma de desplazar hacia algo menos dañino, como es una frágil mariposa, la verdadera razón de su pánico. En ella disfraza la idea, situación u objeto, que realmente le causa la angustia. Cristina está consciente que la mariposa no representa por sí misma ningún peligro real a su integridad física, pero no puede evitar una intensa sensación de miedo al ver la mariposa, por que ella está asociada aquellos pensamientos infantiles que la atormentaban en su habitación.
Cuando Cristina ve una mariposa negra, sus pensamientos, emociones y conducta regresan a etapas infantiles, sintiendo los mismos síntomas de su miedo original: palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración, frialdad en su cuerpo y desmayo.
Es tal su estado de pánico que le impide realizar cualquier actividad. Su fobia es un miedo irracional proyectado hacia objetos o situaciones externas no perjudiciales, pero que en realidad, solo simboliza la causa real de un temor o conflicto interno.
SIENTO MIEDO
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