Ese día cumplia 46 años de edad y decidí viajar a la capital a realizar algunas compras y celebrar mi cumpleaños en familia. Tomé el bus muy temprano en la mañana para recorrer 60 kilómetros hasta la capital. Llevaba en mi bolso la cantidad de 55 mil pesos, Un billete de 50 mil y uno de cinco mil. En una de las tantas paradas que realizó el bus ingresaron dos pasajeros, quienes inmediatamente cubrieron sus rostros y sacaron armas de fuego mientras el bus continuaba el viaje. Se escucharon unos gritos.—Esto es un asalto, nadie se mueva de sus asientos, entreguen las prendas y el dinero que llevan, —gritó el más alto de los delicuentes.Yo ocupaba el último puesto en el bús, al escuchar los gritos y ver a los hombres armados, sin que los delincuentes se dieran cuenta saqué de mi bolso el billete de 50 mil pesos y lo escondí dentro del zapato del pie derecho. Cuando se acercaron a mi, para la entrega del dinero, solo hice entrega del billete de 5 mil pesos que había dejado en el bolso. Durante el tiempo que permanecieron los ladrones dentro del bus amenazaban con matar aquellos pasajeros que no hubiesen entregado los objetos de valor que poseían. Atemorizada por las amenazas comencé a rezar e implorar por mi vida, pero a pesar del miedo que sentía, no entregué los 50 mil pesos que había escondido dentro del zapato.Cuando el bús se detuvo en la siguiente parada, los delincuentes huyeron con lo robado. Todos los pasajeron al vernos fuera de peligro nos mantuvimos en silencio unos minutos y respiramos tranquilos, luego de calmada la angustia se escucharon las voces con los comentarios de la situación vivida y las quejas por la inseguridad que existía en nuestro país.Una vez calmados los animos, continuamos el viaje hacia la capital. Al llegar al centro de la ciudad, el bus se detuvo cerca de un centro comercial. Descendí del bus sintiendo mucho dolor en el pie derecho. Al caminar varios pasos, el dolor se hizo tan intenso que me impedía caminar. Con mucho esfuerzo llegué hasta una línea de taxi y solicité el traslado al hospital más cercano. Al llegar al hospital fui trasladada en silla de ruedas hasta la sala de emergencia porque mi pie derecho estaba sumamente inflamado y el dolor era intolerable.Los médicos examinaron el pie afectado y solicitaron radiografías y otros exámenes, sin encontrar causa alguna que explicara aquella anormalidad. Me aplicarón un analgésico intramuscular para aliviar el dolor y quedé bajo observación. Pasada una hora y calmado el dolor hizo presencia un especialista quien me examinó e interrogó sobre lo sucedido.—No se preocupe señora Carmen, solo es un sindrome del tarso, —dijo el médico. —El sindrome del tarso es una afección del pie que se caracteriza por dolor, inflamación y dificultad para apoyar la región afectada cuya causa es la tensión física o emocional. El miedo creó mucha tensión en la zona donde centraba su pensamiento.—Reconozco que sentí mucho miedo ante las amenazas de los ladrones, porque pensé que me matarían si descubrían el dinero escondido dentro del zapato, —respondí al médico.Una vez aliviado el dolor regresé a casa, mis hijos y otros familiares invitados a la fiesta de cumpleaños, brindaron por mi feliz llegada y los años cumplidos. Dos semanas después del acontecimiento vivido, la recuperación fue total.
LO ESCONDÍ EN MI ZAPATO
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